Cuotas en los festivales de música, ¿sí o no?

Ahora que volvemos a iniciar la temporada de festivales, desde MYM, nos disponemos de nuevo a empezar el análisis de participación femenina en los escenarios.  Pero antes de ponernos a trabajar, creemos que sería interesante reflexionar un poco.

No es ningún secreto que cerramos 2017 con unos resultados bastante escalofriantes, los porcentajes de mujeres en los escenarios de los festivales nacionales eran, en muchas ocasiones, vergonzosos. A la par que hacíamos públicos los resultados del estudio cuantitativo, desde Mujeres y Música nos propusimos abordar la parte cualitativa del asunto: ¿Por qué hay tan pocas mujeres en los escenarios?  Para ello participamos en eventos como el Bioritme o el TAM y organizamos un debate en Can Vies, donde contamos tanto con artistas, así como con expertas en la organización de eventos o periodistas musicales.

Uno de los temas más controvertidos siempre que se exponen los resultados del análisis y se abre el debate es: deberíamos impulsar que se trabaje con cuotas de paridad, ¿Sí o no?

Veamos, para entender nuestra postura respecto a las cuotas hace falta ubicarse un poco en la política de género que se ha venido aplicando, así que vayamos por partes.

 

Políticas de igualdad de oportunidades

Las políticas públicas con perspectiva de género empezaron a aparecer en los 70’s y eran lo que entonces se llamaban: políticas de igualdad de oportunidades. Como su nombre indica, estas políticas se ocupaban de garantizar la igualdad de oportunidades, que no es lo mismo que la igualdad de resultados.

Lo primero que hicieron este tipo de políticas fueron los cambios legislativos necesarios para suprimir las desigualdades y garantizar que todas las personas teníamos acceso a las mismas oportunidades, independientemente de nuestro género.

Pero vamos, no hace falta ser Sherlock para darse cuenta de en qué fallan este tipo de políticas: tener legalmente el mismo derecho de acceso a un empleo, no implica que realmente nos lo den, conseguirlo es algo que depende de muchos factores. Entender que con una ley se consiguen este tipo de cambios es algo bastante naive, hay una gran cantidad de condicionantes externos que hacen que las mujeres, por mucho que la ley las ampare, sigan cobrando menores retribuciones salariales o  teniendo el mayor número de jornadas a tiempo parcial y ello repercute en sus prestaciones de desempleo o jubilación.  

Ok, entonces, si cambiamos la ley y eso no funciona, ¿qué hacemos?

Políticas de acción afirmativa

Una vez se dieron cuenta de que legislar no era suficiente se implementaron medidas de acción afirmativa (ese es su nombre real, y no discriminación positiva como se tradujo en España), estas medidas pretenden suprimir las dificultades vinculadas a estereotipos y roles de género  nivelando las oportunidades de mujeres y hombres entre responsabilidades sociales y profesionales, acceso al trabajo, capacidad de promoción, participación social… En resumen, estas políticas están pensadas para garantizar la generación de espacio para las mujeres.

Un ejemplo claro de estas políticas sería cuando se empezaron a utilizar las listas cremallera en los partidos políticos. Si teniendo la obligación legal de procurar la paridad, las listas de los partidos políticos incluían a mujeres en la cola de sus listas, se les recomendaría intercalar a mujeres para que estas realmente pudieran salir elegidas como representantes políticas de su partido. Es importante aclarar que pese a que según la ley se debe evitar la discriminación a mujeres por su género, las listas cremallera no son obligatorias.

Al caso, las cuotas pretenden exactamente eso, garantizar que se suprimen las dificultades por cuestión de género.  Pero, ¿es esto suficiente? Estas políticas siguen siendo muy criticadas, la gente entiende que esto simplemente garantiza que habrá mujeres, pero continúan manteniendo en su cabeza la idea de que esas mujeres están ahí por una discriminación positiva y no porque estén realmente preparadas. Y eso sucede porque a mucha gente privilegiada le molesta soberanamente que se garantice el acceso real a espacio a aquellas personas que lo tienen más complicado, ya que ellas podrían entonces perder parte de su poder y privilegio. En resumen, la gente está muy poco sensibilizada en las dificultades de las mujeres, así como de otros colectivos: personas racializadas, lgtbi+, con diversidad funcional o neurodivergencias.  

Pero si ya hemos cambiado la ley y también hemos implementado políticas de acción afirmativa y aún así no funciona, ¿qué hacemos?

Mainstreaming, políticas de transversalidad

Las políticas transversales pretenden incorporar la perspectiva de género en todo, esto tiene una evidente consecuencia jurídica pero también pretende diagnosticar y reorganizar políticas económicas o sociales intentando que no se perpetúe la desigualdad.

Estas políticas llegan a España aproximadamente en 2003, cuando tras la entrada a la Comunidad Europea se aprueba el IV plan de igualdad entre hombres y mujeres que tiene 2 principios fundamentales: transversalización y cooperación de todos los agentes implicados en la defensa y garantía de igualdad de oportunidades. En 2007 entra en vigor la Ley de Igualdad entre hombres y mujeres y con ella se empieza a trabajar en la prevención de conductas discriminatorias y la previsión de políticas activas para hacer efectivo el principio de igualdad.

Los objetivos principales de estas políticas son: aumentar la presencia de mujeres en todos los ámbitos de la vida social teniendo en cuenta su diversidad. Reorganizar el tiempo con perspectiva de género. Atención integral ante las necesidades de las mujeres. Programa para el abordaje de la violencia de género contra las mujeres.

Es decir, cuotas ¿Sí o no?

Pues sí, cuotas sí, pero no sólo políticas de acciones afirmativas. Necesitamos más. Las cuotas son un primer paso para conseguir un objetivo que sólo alcanzaremos si nos metemos de lleno en las políticas de transversalidad. Además de exigir un mínimo de paridad y de repensar la utilidad de las cuotas deberíamos también plantearnos jornadas de sensibilización en género, formaciones específicas para profesionales del sector cultural, para  responsables de programación de eventos…

Las cuotas son un primer paso para conseguir un objetivo que sólo alcanzaremos si nos metemos de lleno en las políticas de transversalidad

Es necesario que la gente entienda que si no hay mujeres en el escenario no es sólo porque haya menos y que solventar esa desigualdad no consiste en programar al tun tun con el objetivo de no recibir críticas del sector feminista. Somos conscientes de que hay menos mujeres en la industria musical y por eso no pedimos paridad (que legalmente se considera a partir de un 60% – 40%) pero consideramos que sí tenemos el derecho y el deber de remarcar que resultados de entre un 2% y menos de un 20% implican una evidente falta de consciencia de la problemática en torno a las desigualdades de género y que la organización de dichos eventos necesitaría sensibilizarse en temas de género para comprender que no se trata de una tontería, si no de justicia social.

Silvia Valle

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