A tres días del concierto me enteraba de que Liliana Felipe actuaba en Barcelona. ¡¿Cómo no me había llegado antes semejante noticia?! Con prisas reservé unas entradas que sabía que valdrían cada céntimo invertido, y no me equivocaba. Un día después, como cabía esperar, se agotaban las entradas. Liliana Felipe no es un ídolo de masas, pero es una artista de culto para muchxs.
Llegábamos a la sala Sinestesia 40 minutos antes de dar comienzo la actuación y ya esperaban para entrar unas 25 personas. La oportunidad de ver a esta genia en España bien merece un rato de espera para conseguir el mejor lugar. El local es pequeño y la gente se apiña en la barra a pedir cervezas con emoción contenida. Algunxs vienen de acompañantes y aún no la conocen, no saben a qué viene tanto revuelo. En la espera, comento con mi acompañante esa pasión que despierta Liliana Felipe a pesar de no llegar a un gran público, nos sorprende que sea tan poco conocida una artista de esta talla. Y por fin nos dan paso a la sala, las sillas se llenan rápido, y es imposible estar muy lejos del escenario, pero cada metro cuenta para no perder detalle de la expresividad y la peculiar manera de tocar el piano de Liliana (ella dice que cuando comenzaba a aprender piano le dijeron que era un instrumento de percusión y no se ha podido sacar esa idea de la cabeza).
♪♫Tienes que decidir
quién prefieres que te mate:
un comando terrorista
o tu propio gobierno para salvarte
del comando terrorista.♪♫
Comienza el concierto. Liliana se acerca al micro y canta una canción a capella antes de sentarse frente a ese instrumento que parece una prolongación de sus manos. A pocos minutos, me toca mi turno y comienza a sonar la intro de Pero no te extraño, mi favorita. Las favoritas de cada cual van sonando y arrancando aplausos: Soñé, Tienes que decidir, Nuestro amor, Si nos da igual… Muchas, acompañadas de una presentación que arranca carcajadas y conciencia social a partes iguales, como las propias letras. Algunas se quedan en el tintero (Chivo expiatorio, Como Madame Bovary…) pero no se lo tenemos en cuenta, porque sería imposible tocar los cientos de canciones que Liliana ha compuesto a lo largo de casi 40 años (actualmente está escribiendo su canción nº 500).
Desde que se conocieran a finales de los 70, Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez forman un tandem difícil de separar. Jesusa es responsable de muchas de las letras y en esta ocasión tuvimos la oportunidad de escucharlas juntas, también con pequeños fragmentos teatralizados que casi nos hacen rodar por el suelo de la risa. Juntas dan vida a un cabaret imperdible, una de las actuaciones más especiales que recuerdo haber visto nunca. Se van sucediendo las temáticas: el manido tema del amor, en las palabras de Liliana se transforma en algo más grande; el capitalismo y el neoliberalismo quedan hechos jirones a base de dardos envenenados con ironía; el patriarcado cuenta los días que le quedan al escuchar cantos empoderados y valientes; no queda títere con cabeza en el Vaticano; y, por supuesto, los animales rompen jaulas en muchos de los versos (la liberación de los animales es uno de los temas más recurrentes en su obra de los últimos años).
Se acaba el concierto con una sensación de energía renovada en todxs lxs presentes, que por supuesto, piden más. Por suerte el bis es largo, y nos regala temas que echábamos en falta, como Mala o No va alcanzar la leña.
La suerte se prolonga hasta el sábado por la mañana. Liliana nos concede una entrevista y charlamos con ella de música y activismo. Pero todo esto, lo podéis oir mejor de su boca:
El sábado, después lo emocionante del concierto y la conversación con Liliana Felipe, solo me asaltaba una duda: ¿Dónde voy a meter la emoción que me espera en el concierto de Sílvia Pérez Cruz de esta noche en el Tívoli? Pero esa ya es otra historia…