Evento organizado por el grupo de Cultura e Innovación del Colegio de Periodistas de Catalunya.
En el 2000 pasaron muchas cosas interesantes: no se acabó el mundo, los cafés pasaron de valer 100 pesetas a valer 1€ y Cameron Crowe estrenó Casi Famosos. Esos 122minutos de metraje nos descubrieron a muchos adolescentes qué era una grupie y que un chaval menor de edad podía mentir sobre su edad, trabajar para Rolling Stone e irse de gira.
También nos dejó a muchas claro cuál era nuestro papel como mujer, pero ese es otro asunto. La cuestión es que ese fue mi primer acercamiento al periodismo musical. Los años pasan, y sin ser periodista ni exactamente música ahora escribo sobre música. No contenta con eso me meto yo solita en el ‘fregao’ de hacer una crónica sobre las II jornadas de Periodismo Musical organizadas por el Col·legi de Periodistes de Catalunya. La cosa es así: yo escribiré sobre mis percepciones y rezaré fuerte para no ofender demasiado a nadie.
¿Dónde están las «otras músicas»? ¿Dónde están las mujeres y los jóvenes en el sector musical y la prensa?
Llegué al evento después de desvirtualizar a Aïda Camprubí, una de las ponentes de la mesa que iba a abordar dónde está la gente joven en el periodismo musical. Gracias a que, además de escribir de maravilla, es un amor de persona no me sentí sola en ningún momento. Nos sentamos a escuchar la primera mesa: ¿Dónde están las otras músicas? Se empieza a hablar de qué es exactamente eso de «otra música». «Parece que todo lo que no sea hecho por hombres, blancos y suene a guitarra es la otra música.» así empieza Nando Cruz. Se habla de como el periodismo cubre eventos en ciertos lugares especialmente, casi siempre salas con programaciones que mueven gente y se critica la pereza a la hora de buscar otros lugares y otras ofertas. Todo eso atravesado por algo innegable para todos los presentes: Cada vez hay menos espacio donde hablar de cultura y por tanto: menos espacio donde hablar de música. Las previas a los conciertos desaparecen, las páginas cada vez son menos, parece lógico que en ese pequeño espacio se acaben cubriendo los eventos más destacables. Lamentablemente muchos quedan fuera.
Le toca el turno a Tania Safura Adam y de repente se oye la que para mí fue una gran reflexión: «No debemos utilizar un espacio geográfico para hablar de un estilo de música. ¿Qué es la música africana? La música es electrónica, pop, clásica… Pero ¿Africana? Eso es incluso racista»
Me gustaría levantarme y aplaudir, pero como eso estaría feo en este tipo de actos me limito a twitearlo.
Silvia Cruz Lapeña habla de su experiencia como experta en flamenco y no se queda corta en la contundencia, si Tania puso sobre la mesa el racismo llega el momento de hablar de clasismo:
«A veces en la prensa relacionada con el flamenco parece que busque más el personaje que el artista. Y eso es clasista.» Una vez más echo mano de Twitter y a falta de poder aplaudir: asiento y sonrío.
La mesa sobre mujeres tampoco se quedó atrás en las reflexiones. Se abordaron varios temas, por un lado la presencia de mujeres en el periodismo musical ¿Dónde están? Parece que las redacciones estan llenas de mujeres que escriben sobre música pero ¿Y editoras? ¿llegan a cargos superiores esas mujeres?. Parece que todavía no se acaba de confiar en las mujeres.
Por otro lado se lanza una pregunta: ¿sobre qué géneros musicales se supone que escriben las mujeres? Las ponentes coincidían en que se les presupone una sensibilidad y una pasión extraña por el pop y lo acaramelado que a veces no casa demasiado con la realidad. Montse Virgili nos dice: [como mujer periodista] «Te dan artículos de pop, pero no te dan artículos de Nu Metal». A lo que Anabel Vélez responde: «He ido a conciertos de Pantera y la gente me pregunta ¿Que haces aquí? Porque se supone que a las mujeres nos gusta el pop»
¿Pueden las mujeres periodistas hablar sobre la estética de una artista o la están haciendo un flaco favor al feminismo? Hay diversidad de opiniones y Quique Ramos (el único hombre en la mesa) reconoce su posición de privilegio: «Yo he escrito sobre la ropa de una artista, hasta que una amiga me ha dicho: ‘Quique ets gilipolles…’ Hay que replantearse muchas cosas «.
Olga Ábalos reflexiona sobre la idea de ir más allá de percatarse del machismo y trabajar en ofrecer cosas nuevas. Y damos paso a la juventud.
Pausa, aire fresco en la terraza, algunos se retiran. ¿Dónde están los jóvenes? Tomando asiento, pero sólo para reponerse y tomar impulso. Quieren destrozarlo todo, o «dejar que caiga por su propio peso» según Blanca Martínez, ella tiene muy clara su apuesta: Hay cambiar formatos y trabajar de otras maneras. Aïda le responde: «Hay que conocer la manera tradicional y correcta de escribir para luego subvertirla, crear nuevas narrativas.» Se habla de abrirse al vídeo y de generar contenidos más frescos pero también de la precariedad. ¿Qué es ser joven y periodista musical? Trabajar mucho, cobrar poco pero hacer lo que más te gusta. Aïda lo tiene claro: ‘»Cuando tienes ganas de escribir, escribes. Y al final te haces un hueco.»
Al final, tras las pequeñas tensiones generadas durante la tercera mesa reina la paz. No hay nada que una terraza y unas cañas no puedan solventar. Y menos si todos los presentes aman la música.