Tras cuatro días del cierre del Sónar y recuperadas de la resaca emocional que genera poder ver a tantas artistas a la vez ya tenemos energías para contaros cómo se vivió el evento.
Si visteis el Airtable que publicamos hace unos días sabréis que el número de mujeres haciendo charlas, directos o sesiones era considerable. Desde MYM nos propusimos cubrirlas todas y hemos de reconocer que fue más complicado de lo que imaginábamos.
En algunas ocasiones se solapaban entre ellas y a ratos cruzar los escenarios era una ardua tarea y es que este año Sónar batió récord de asistentes: ¡123.000 personas! Pese a que no se notaba agobiante en ningún momento, la afluencia de gente hacía que, si querías asegurarte el acceso a según qué escenarios acudieras 10 minutos antes del inicio del show. Nosotras aprendimos la lección viendo a Bad Gyal desde la lejanía, porque llenó por completo la sala del Sónar XS.
En estos tres días pudimos ver a Björk pinchar escondida detrás de una selva. A Princess Nokia saltar del escenario y marcarse un speech sobre la necesidad de trabajarnos la mirada colonial. A Miiin haciendo gritar de emoción a la gente al cerrar su sesión con el ‘Diamonds’ de Rihanna. A Black Madonna pinchar clásicos del House como ‘Not everybody understands House music‘, de Eddie Amador o a Suzanne Ciani haciendo un live con su Buchla.
Tuvimos oportunidad de charlar con Ciani y compartir impresiones: – ‘Se trata de una nueva época’, nos decía, ‘cada vez va a haber más mujeres en la industria y este festival es la prueba. Ha habido un cambio de onda’, nos asegura Suzanne, las chicas empiezan a saber que son capaces y que no tienen nada que perder.
Las chicas empiezan a saber que son capaces y que no tienen nada que perder
Suzanne Ciani
José Luis de Vicente publicaba el pasado sábado: ‘Hoy en Sónar Festival, una detrás de otra, Suzanne Ciani (70 años) y Bad Gyal (20). Feminidades electrónicas de amplio espectro’. Y así es exactamente cómo lo vivimos: había algunas más jóvenes que otras, algunas que rapeaban, otras que hacían música experimental o pop electrónico y otras que pinchaban: desde el Techno más duro al House más fresco. Resultaba muy fácil conectar y sentirse representada.
Lo que no es tan fácil es detallar una a una sus grandezas, así que he decidido escoger sólo tres y explicaros por qué esas tres actuaciones son las que más me hicieron vibrar.
LCC (Las Casi Casiotone), Crudeza, sobriedad y elegancia.
Con el público sentado y mirando la pantalla, el directo recordaba a sesiones de cine experimental musicado en directo. Nada que ver con el sol, los colores y los vestidos extravagantes del exterior. Con unas visuales (de Pedro Maia) que recordaban al arte egipcio, el sonido contundente te envolvía por completo generando a veces una atmósfera casi angustiante. Deliciosamente angustiante, densa y viscosa, casi agónica.
A ellas solo las veías si te fijabas mucho, estaban muy ligeramente iluminadas. No valía la pena buscarlas, eso implicaba distraerse de las visuales… Y esas visuales junto con esos sonidos te atrapaban hasta hacerte balancear la cabeza repetidamente, deseando que ese estado de embriaguez durara mucho, mucho rato.
LCC son Ana Quiroga y Uge Pañeda, dos chicas de Asturias con un largo currículum vinculado a la música y a las visuales. Quizás no sabéis que las habéis escuchado, pero probablemente sí conocéis el caso 4F lo hayáis hecho: ellas hicieron la BSO de Ciutat Morta, el documental de Xavier Artigas y Xapo Ortega en 2014, con el que volvieron a trabajar en Tarajal: Desmontando la impunidad en la Frontera Sur. Y son una de nuestras recomendaciones a quienes queráis introduciros en el mundo de la electrónica experimental.
Pan Daijing, ruido y distopía industrial.
Pan Daijing es sobria y actúa concentrada, mirando hacia abajo. De repente alza la vista, se queda mirando al escenario, coge el micro y se planta a escasos metros de la primera fila, las bases van sonando y ella mira desafiante al público. Es ruidosa y contundente. Su sonido es tan rotundo que dan ganas de abrazarse a los altavoces porque te tiemblan hasta las entrañas. Es entonces, cuando ya la sientes tan dentro, cuando empieza a cantar. Con ella delante, mirando al abismo, pareciendo más un androide de Blade Runner que una persona.
Daijing conjuga perfectamente el noise y lo industrial con una puesta en escena impactante, muestra de ello fueron las reacciones de la gente cuando se puso la máscara blanca y posó vacilante ante un público absorto. Su directo la acerca más a la performance y a la interpretación sonora que a un live habitual. De origen Chino pero actual residente berlinesa, colabora en varios proyectos artísticos y podréis verla dentro de unos meses en el Berlin Atonal.
Clara 3000, oscura, hipnótica y sutil.
Debo reconocer que Clara 3000 fue mi crush del festival. Como podéis imaginar por mis anteriores elecciones, suelen gustarme los directos y las sesiones que oscilan entre lo experimental y lo industrial con un toque bastante oscuro. Clara 3000 coge todos esos sonidos rotos y con mucha sutileza les da sentido, parece que los meta en una coctelera y consiga sacar algo bailable, hipnótico y con la combinación perfecta entre ruido y techno clásico.
Clara 3000 te atrapa sin caer en el exceso de sonido, de forma sutil. Resultó extremadamente fácil conectar con ella, la selección de temas resultaba sublime y cerrar los ojos y dejarse llevar era casi una obligación. La sesión de aproximadamente una hora se hizo corta, mutaba y se adaptaba constantemente, sin nunca perder su esencia, mientras el público entraba en un estado de absorción y evolución guiado por los beats de la francesa.